Una poética prendida, en sus tres acepciones: prendida como en llamas, como colgando de algo, como enganchada a alguien. Al mismo tiempo, el valor de erguir: una voluntad de continuidad aberrante; una erección aberrante. ‘‘Prendida…’’ esboza un concepto filosófico desde la poesía, dibujando un marco poroso por el que filtrar la percepción. En el interior de la práctica, tres miradas: una hacia el sujeto amado, otra hacia el entorno natural y otra hacia el ombligo.

Prendida o el valor de erguir

En un lugar limítrofe describe un exilio interior. Un viaje iniciático, desde la luz dorada del atardecer hasta la hora blanca del alba, donde la voz poética se enfrenta a su deseo de revolución afectiva y al peso de la tradición romántica.

En un lugar limítrofe

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Prendida o el valor de erguir
Una poética prendida, en sus tres acepciones: prendida como en llamas, como colgando de algo, como enganchada a alguien. Al mismo tiempo, el valor de erguir: una voluntad de continuidad aberrante; una erección aberrante. ‘‘Prendida…’’ esboza un concepto filosófico desde la poesía, dibujando un marco poroso por el que filtrar la percepción. En el interior de la práctica, tres miradas: una hacia el sujeto amado, otra hacia el entorno natural y otra hacia el ombligo.
En un lugar limítrofe
En un lugar limítrofe describe un exilio interior. Un viaje iniciático, desde la luz dorada del atardecer hasta la hora blanca del alba, donde la voz poética se enfrenta a su deseo de revolución afectiva y al peso de la tradición romántica.

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